La influencia de la mente en el deporte

Desde finales del siglo XIX existen numerosos estudios que investigan el papel de la mente en el deporte. Inicialmente pretendían demostrar que la práctica mental aplicada al deporte mejoraba el rendimiento y los resultados obtenidos, así como comparar los distintos tipos de prácticas o entrenamientos mentales y los efectos que se obtenían. Es la aplicación de la Psicología Cognitiva y los estudios en el Deporte la que más aceptación alcanzó. 

La entonces conocida como “imaginería mental”, es decir, la visualización o capacidad de la mente de preconcebir la imagen, el sabor, el sonido o cualquier otra de las diferentes modalidades sensoriales, constataba como mejoraba “la ejecución motora”, o lo que es lo mismo, la técnica. Hasta el punto de recomendar el entrenamiento mental como alternativa a la práctica física en casos de limitación, fatiga o lesión.

Cabe destacar, entre las teorías que se desarrollaron, la conocida como “Teoría Psiconeuromuscular”, en la que se investigó como el cerebro enviaba los mismos estímulos nerviosos a los músculos cuando el deportista se imaginaba practicando la actividad que cuando realizaba el movimiento real. Comparto una declaración, fundamentada en los estudios consultados, que explica con claridad y sencillez, el poder de la mente:

“Parece ser que las técnicas de entrenamiento mental son más eficaces cuando integran todas las modalidades sensoriales (Sheikh, 1983). Los atletas no deben únicamente “ver la escena”, sino que también deben “sentir y notar” las tensiones musculares asociadas a la acción a realizar, así como “oír” el ruido ambiental, “oler” los olores contextuales, etc.

De hecho, incorporando a la imagen el máximo significado y las máximas sensaciones posibles se consigue que ésta sea tan real como “la vida misma”. Este aspecto es de crucial importancia, cuando se sabe que la mente no distingue fácilmente entre un evento percibido y uno imaginado (Denis, 1989, cap. 3).” (1)

Por otro lado, no se puede obviar la importancia e influencia de las emociones en nuestra práctica deportiva. Ya cada día son más los deportistas profesionales que hacen declaraciones de como entrenan la capacidad de gestionar sus emociones durante la competición y en su vida cotidiana o incluso lo que supone sufrir lesiones emocionales. Rafa Nadal a finales de 2015 comentaba a los medios de comunicación “este año mi lesión ha sido mental”. Es por lo que Técnicas de Inteligencia Emocional, Coaching y Mindfulness están demostrando la importancia de mantener un entrenamiento mental en la misma medida que el entrenamiento físico. El Yoga y la meditación ya se integran en los programas de entrenamiento de deportes como el tenis y el baloncesto entre otros. Mejorando la concentración, la eficacia y la capacidad de trabajar en equipo. 

Una actitud realista es aquella que admite que nuestra mente puede fallar tanto como nuestro cuerpo y que el verdadero equilibrio en la salud conlleva mejorar todas nuestras capacidades. ¿Qué sería de un piloto de Fórmula 1 o Moto GP si no entrenara su concentración y estabilidad emocional?. Una práctica deportiva saludable tendrá en cuenta las necesidades físicas y mentales para obtener un resultado óptimo.

(1) Xavier Sánchez y Marc Lejeune, Práctica mental y deporte: ¿Qué sabemos después de casi un siglo de investigación?. Revista de Psicología del Deporte 1999. Vol. 8, núm.1, pp.21-37 ISSN: 1132-239x

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